Cuando se trata de realizar un análisis estructural en geología, suele pensarse que el estudio geológico debería centrarse estrictamente en la medición de estratos o fracturas. Uno de los problemas que surgirán de este pensamiento es que no se analizarán los movimientos reales que dieron lugar a las fallas. Los estratos pueden desplazarse a lo largo de movimientos de desgarre, oblicuos o paralelos a la dirección de buzamiento. Mientras que las fracturas pueden ocurrir en sedimentos y rocas independientemente de los procesos tectónicos. De estas consideraciones es sencillo notar que la deformación inferida a partir de estratos y fracturas puede brindar cinemáticas muy aparentes.
Es decir, un análisis estructural está orientado a conocer, con cierta precisión, los recorridos y cinemáticas de los desplazamientos tectónicos en sus verdaderas magnitudes según vectores de movimiento. Con ello, es posible interpretar un estado de paleoesfuerzos que pueda corresponder a un tiempo particular. Aparte de la medición de estratos y fracturas es necesario contar con microestructuras de escala mesoscópica, en el orden de un afloramiento, por ejemplo. Las microestructuras más comunes son estrías, fracturas riedels, fibras de recristalización.
El mejor camino para realizar un análisis estructural es siempre el más objetivo: contar con abundante y buena información de campo. Sobre un plano de falla se procede a encontrar estructuras en-echelon que evidencien cizallamiento, empezando por fracturas riedels o sus respectivos escalones. Ya sea sobre los planos de la propia falla o de los riedels se miden, con brújula, los rumbos, buzamientos y cabeceos. Además, según cómo los riedels corten al plano de falla es imprescindible determinar la cinemática principal y secundaria del movimiento tectónico.
Una vez con los datos, que pueden comprender una base de datos extensa de más 100 microestructuras se determinan las cinemáticas principales de cada set de microestructuras medido. Ello se puede realizar con la clasificación de fallas de Angelier, con la que se conoce con precisión las cinemáticas principales. Es decir, gracias a tal clasificación utilizando las mediciones de buzamientos y cabeceos se determina si las estructuras estudiadas se produjeron mediante movimientos de desgarre, oblicuos o paralelos a la dirección de buzamiento.
La parte final del análisis estructural requiere el empleo de la estereografía, así como la aplicación de un método de inversión tectónica tal como es el Método de los Diedros Rectos. Una cantidad de datos microestructurales puede ser tediosa de trabajar si se procesa a mano, por ello, se suele emplear programas que integren en sus algoritmos los métodos previamente mencionados. Uno de los más populares es Faultkin (propiedad de Richard Allmendinger), es libre y amigable para trabajar con los datos colectados de campo, especialmente con los datos de cabeceo entre 0° y 180° (convención Aki-Richards). Al proyectar adecuadamente las geometrías y cinemáticas de las microestructuras se obtiene el estado de paleoesfuerzos dado por los tensores en compresión y extensión.
Tal como se ve en la siguiente figura se obtiene una dirección de compresión NE-SO (259.4°) con un plunge de 6.9°:
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De las estaciones microestructurales ploteadas es posible notar que sus deformaciones fueron gobernadas por una zona de cizalla dextral de dirección NO-SE. El modelo cinemático 2D de las microestructuras estudiadas demuestra que ellas son de desgarre y asociadas a compresión. Además, el Faultkin es capaz de calcular la dirección de la extensión (sigma 3: NO-SE), aunque su cálculo no resulta relevante para la deformación observada en el campo y modelo.
Rápidamente se ha visto que el análisis estructural requiere varios pasos. Este análisis debería empezar con una correcta identificación cinemática de campo. Ello facilita bastante el procesamiento de gabinete al momento de definir los objetivos finales del estudio, como por ejemplo cuando se hace importante determinar y correlacionar eventos de deformación asociados a mineralización; o incluso cuando se desea calcular las orientaciones de clavos mineralizados (ore-shoots) en yacimientos epitermales.