En el mapeo geológico, las asociaciones estructurales se definen considerando principalmente las cinemáticas vistas en estructuras tectónicas. Las fallas y pliegues brindan información sobre el tipo de deformación a escala regional y local. Tal definición se realiza observando desplazamientos estratigráficos, midiendo buzamientos de estratos basculados, o definiendo pliegues cerca de zonas de arrastre. Incluso, en otros casos tales observaciones se complementan con la medición de datums de falla (estrías e indicadores), brechas, lineamientos, fracturas, foliaciones, entre otros. El desafío de definir cinemáticas no está siempre en las convenciones de campo para caracterizar «estructuralmente» a un afloramiento aislado. En los casos donde se integran abundantes afloramientos dicha tarea se torna compleja, haciéndose necesario dejar la apreciación individual y cualitativa de las estructuras tectónicas para pasar, forzosamente, a un análisis poblacional y cuantitativo. En geología estructural la manera más digerible para tratar y entender datos estructurales es mediante el uso de ciclográficas (o estereogramas). Las ciclográficas son capaces de sintetizar bases de datos para conceder interpretaciones pertinentes entre el modelo geológico inicial (P. Ej. mapa de campo) y un diagrama de clasificación cinemática como el de Angelier (1994). La intención de esta publicación es explicar la definición cinemática de asociaciones estructurales a partir de numerosas mediciones estructurales con el afán de que el lector comprenda que toda interpretación siempre depende de los datos.

Los datos estructurales medidos y recopilados en un área de estudio particular no solo pueden incluir orientaciones de estratificación. Es común recoger otras orientaciones provenientes de brechas, lineamientos, fracturas, foliaciones, diques o vetas. Cada uno de estos planos son tratados en un ciclográfica distinta para obtener tendencias. Tales tendencias son las orientaciones predominantes de cada conjunto estructural, las cuales podrían plasmarse en el mapeo geológico; o en el mejor de los casos, podrían coincidir con alguna estructura tectónica de primer orden detectada previamente desde campo. Corroborar una falla principal de campo con el soporte de las ciclográficas sirve de guía para la identificación de otras tendencias secundarias de menor escala, lo que lleva a reconstruir una zona de cizalla independientemente del tipo de deformación tectónica.

Por otra parte, es importante reconocer qué estructuras tienen relación con la deformación tectónica. Es decir, tener rocas polifracturadas no implica que las fracturas hayan tenido origen tectónico. Para disolver tal incertidumbre es crucial considerar, por ejemplo, fracturas riedel, vetillas en-echelon o un sistema de diques para la definición cinemática local de una estructura principal. Establecer sketches de campo desde este punto ayuda a establecer de forma muy general las posibles orientaciones del σ1, por lo que, en consecuencia, da un primer acercamiento sobre la cinemática global con la que se formaron las asociaciones estructurales.

En la siguiente imagen se observa un ejemplo de datos estructurales extraídos de un mapeo geológico de campo:

Geologia 3D -definicion cinematica de asociaciones estructurales- 1
Definición cinemática de asociaciones estructurales. A: Diagrama de clasificación cinemática de Angelier (1994) que incluye un ejemplo de fallas generadas por desgarre, deslizamientos oblicuos y en menor medida por deslizamientos cercanamente paralelos al buzamiento (cinemáticas normales o inversas). B: Ciclográficas con datos estructurales de campo (estratos, brechas, lineamientos, fracturas, etc.) que complementan el diagrama de clasificación cinemática visto en A. Clic en la imagen para ampliar.

La nube de puntos ploteada en A representa el conjunto de datos estructurales definidos a partir de los cabeceos (eje Y) y los buzamientos (eje X) de planos de falla medidos durante el levantamiento de estaciones microestructurales. El propio diagrama de clasificación cinemática de Angelier (1994) permite apreciar que la mayor cantidad de datos se encuentra en el espectro concerniente a las «fallas de desgarre» o «fallas de deslizamiento oblicuo».

En el área de «fallas de desgarre» los cabeceos son de ángulo moderado a bajo (0º-50º) sobre planos de falla de alto ángulo (>60°). De lo que se entiende que las cinemáticas se produjeron por compresión oblicua, particularmente a lo largo de un vector cercanamente paralelo al rumbo de las estructuras.

Otros datos estructurales se encuentran ploteados en el área de «fallas de deslizamiento oblicuo». Aquí, las cinemáticas son aún de desgarre, aunque en pueden presentar cinemáticas secundarias por extensión o compresión. Es claro notar que los datos estructurales vistos en B no podrían ser interpretados adecuadamente si es que no existiera el soporte microestructural presentado en A. De hecho, las brechas, lineamientos, fracturas, foliaciones, diques y vetas de B se formaron por un régimen tectónico de desgarre. Es posible que las aperturas tectónicas propias de los diques y vetas tengan relación con una deformación transtensional.

La definición cinemática de asociaciones estructurales es una tarea sí, tediosa, pero desafiante cuando se requiere conocer qué régimen tectónico fue predominante para un área y tiempo particulares. El análisis cuantitativo depende en gran medida de la cantidad y variedad geométrica de los datos estructurales recogidos durante el mapeo geológico. Aparte, es importante guardar un tiempo y paciencia para su procesamiento numérico y ciclográfico. Este paso puede ser más complejo en función del número de estructuras tectónicas de primer orden existentes en el área de estudio: para cada falla principal es necesario además establecer asociaciones secundarias con pliegues, vetas o diques. Así, la metodología y los datos estructurales presentados permiten conferir un sentido geológico correcto al momento de interpretar las cinemáticas en sitios dominados por desgarre, compresión o extensión.